sábado, 25 de diciembre de 2010

Oh Navidad.

Vengo empachado de tanto empacharme, a estás alturas del calendario llevo los ojos inyectados en aguante, los oidos ya sordos de tanto callar y a mi tranquilidad le está saliendo una cicatriz en el labio de tanto morderselo. Hazme creer que la familia feliz no es un gran casting sin jurado, que nos reunimos porque nos echamos en falta, porque tenemos ganas de vernos, que nada tiene que ver con las fechas. Que podemos conversar de todo, no tan solo hablar de trabajo, que no nos hace falta ese tema para sostener una conversación. Y aprovechando este evento no habran reproches congelados durante 365 dias ni mucho menos rencores envasados al vacío. Que la navidad es todo alegría y color, que nada tiene que ver con el consumismo está tradición cristiana que aglomera a la gente en las iglesias dejando así las puertas giratorias de los centros comerciales abiertas de par en par en busca de un alma perdida. Que si encedemos la tele es porque da más calor que aquella chimenea, y que si sonreimos no es porque seamos aficionados al teatro, es porque somos felices de verdad.


Mentiras ocultas tras cada rostro que finge por estas epocas, por aparentar, por encajar, por lo que sea. Si al menos fueramos como realmente somos, todo sería más real, más natural, y más magico. Me quedo con la verdad de un rostro al ver unos regalos.


Gracias a ti, por mantener mi esperanza.

jueves, 23 de diciembre de 2010

No deja de ser curioso que lo que nos quita el aire, realmente es lo que nos permite vivir.