Se me
da genial dejarme barba, perderme en la montaña, fotografiar paisajes, sacar la
lengua en instantáneas, observar desde lejos, hacer como que sé que hago con mi
vida y música, siempre música.
Me atrae y destroza la idea de asumir riesgos.
Como esas heridas que parece que se curan porque se cierran por los bordes,
pero nunca terminan de cerrar. Lo sé por experiencia: si no te puedes abrir,
terminas encerrándote en ti mismo. Y ahí nunca llega a entrar nadie. Ni
aprendes a salir a tiempo.
Como quien a fuerza de querer, fue viento de
huracán y agua que rodea un barco a la deriva.