lunes, 16 de septiembre de 2013

Solo son cuatro gotas.

Dicen que después de la tormenta viene la calma pero muchas veces esto no sucede, en contadas ocasiones tras la tormenta sigue chispeando, este fenómeno se conoce como las cuatro gotas guarras que te dejan el cristal del coche con pringues, sucede cuando sales a la calle y no sabes si ponerte chaqueta o sudadera, las típicas cuatro te dejan a medias, entre la que ha caído y ese tremendo sol cegador. 

Algunos sienten amor por esas gotas, por ese descanso de tanto lluvia, de tanto temporal, de tanta borrasca, aunque el cielo envidie tormenta, a pesar de que el arcoiris no quiere lucir su esplendor todavía, que al final se detenga ese vendaval porque algunos necesitan descansar de tanta precipitación.

Para los que se preguntan, no me he hecho meteorólogo. Tan solo sé que es salir de una tormenta, sin paraguas, sin refugio, sin chaqueta, al borde de la lipotimia y cerca de la hipotermia. Por suerte ahora sé que todo esto me ha pasado porque cuando hay que mojarse, no me mojo, me calo. Aún así cada día me preguntan que a que viene tanta frialdad reafirmando una vez más que hasta el sol se reparte injustamente. Tan solo espero que a partir de ahora se anticipen litros de chubascos bajo ese par de ojos rodeados de nube y sigan cayendo estas cuatro gotas.


"Que si vienen tiempos de tormenta no te hundas, aprende a bailar bajo la lluvia"