domingo, 6 de marzo de 2016

La Guerra Fría.

"En la guerra, cualquier bando puede llamarse vencedor, pero no hay ganadores, todos son perdedores"

Las relaciones, de todo tipo, son una guerra constante. Una lucha por la supremacía de la razón. La estrategia de ceder y conquistar posiciones para situarte en un lugar privilegiado para la siguiente confrontación. Si te empujan, tira. Si te tiran, empuja. En las guerras triunfan aquellos que saben cuándo luchar y cuando no. Y la mejor guerra es aquella que se gana sin luchar. Saber cuándo tirar, cuándo empujar.

Lo peor son las heridas, la sangre derramada en el paso de los días, las cicatrices que quedan para toda la vida, lo peor es todo aquello que queda en batalla y no vuelve nunca más, todo lo que edificamos roto para siempre, el fuego cruzado que te alcanza en forma de palabras, los movimientos que no deberías haber hecho y aquellos que te acabaron destruyendo. La guerra pasa, siempre pasa, pero nosotros nos quedamos, como aquella esperanza antes de destruirse a sí misma. Y sin esperanza, como todos sabéis, no hay vida.

¿Y la paz?, os preguntareis. La paz, como definió Risto Mejide, es el periodo de tiempo entre dos guerras y, bajo mi punto de vista y creo que en esto podríamos ponernos de acuerdo todos, el mejor momento de una guerra. Aunque, a veces, creo que es mejor tener paz que tener razón. Otras veces, simplemente, recuerdo que la razón es lo único que nos queda para tener paz con nosotros mismos.

La vida te acaba enseñando que se puede perdonar a alguien que tenga algo de oscuridad en su interior, pero jamás se puede perdonar a alguien que teme a la luz.